Kayak de mar en el primer fiordo de la Patagonia

Ese sábado partió nublado. Con los trajes de agua puestos y los kayaks cargados en la van, salimos a las 9:30h desde la base de Koyakak en Ensenada. En media hora de ruta a través de bosque, y después bordeando el estuario de Reloncaví, llegamos al pueblito de Cochamó. ¡Aquí nos echamos al agua y comenzamos la aventura! Éramos 3 kayaks dobles: una pareja de jubilados norteamericanos, dos jóvenes holandeses, la guía Consuelo, y yo.
Desde el momento en que entramos en las aguas del Reloncaví -el primer fiordo de la Patagonia chilena- nos envolvió la agradable sensación de flotar, el aire marino, el silencio sólo interrumpido por los remos en el agua, los verdes del bosque nativo, las nubes que se iban abriendo para dar paso al sol y el sobrevuelo de algunos pájaros… todo eso marcaba un ritmo de relajo y una inmersión fascinante en la naturaleza.
Remábamos hacia la península Rollizo, con una brisa a favor y la corriente de la marea entrante, lo que facilitó nuestro avance. Después de unas 2 horas, pudimos distinguir la casa de tejuelas de alerce de la señora Yolanda, una de las más antiguas habitantes de la zona, quien vive aislada en esta península de manera totalmente autosustentable, y sería nuestra anfitriona.

En una pequeña playa disfrutamos de un contundente almuerzo picnic, sentados bajo los árboles, junto al estuario, y después subimos por un sendero hasta la casa, para conocer a Yolanda y tomar un mate con ella en su terraza.
Simpática y conversadora, nos sentamos todos en torno a su mesa. Con algo de ceremonia, Yolanda ofreció a la señora gringa el puesto de honor, una silla de más de 100 años, construida por su abuelo. Gran tejedora, nos mostró también los gorros y calcetines que teje junto a su hija, con lana de sus propias ovejas.
De vuelta en el agua, seguimos remando. Se levantó viento. Así es el clima en estos fiordos… cambiante. Por eso, hay que ser flexibles y estar siempre atentos. Chequeando el viento y la marea, la guía finalmente decidió continuar el avance hacia Ralún. Después de una hora y media de remo, ahí nos esperaba nuestra van, para el regreso.
¡Fue un paseo precioso! Con un clima y una luz muy agradable, en un entorno natural verde-azulado. Una aventura muy recomendable, cerca de Puerto Varas.
Por Francisca Gálvez
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